Ayudar es dejar al otro en su fuerza. Pregúntate cada vez que te pidan ayuda o que quieras ofrecerla: ¿Estoy debilitando o fortaleciendo? Y cada vez que pidas ayuda o te la ofrezcan, pregúntate: ¿Me debilita o me fortalece? Te doy un decreto poderoso: “La ayuda que doy es fuerza. La ayuda que pido es fuerza”.